Desde aproximadamente el fin del siglo pasado, la humanidad ha empezado a preocuparse mucho por lo que se observa como cambios en las condiciones normales de la vida en nuestro planeta. En efecto, hemos notado todos un calentamiento global muy sensible de nuestro planeta, acompañado de catástrofes naturales: tal vez las olas extremas de calor y de frió, las inundaciones mortales, las sequías repetitivas, los tornados muy frecuentes e intensivos etc. Pero, podemos pretender que somos muy consientes de las causas que están provocando estas anomalías cuya la frecuencia no para de aumentar, y que podrán afectar seriamente al futuro de nuestra vida. En realidad, y cómo ha sido siempre en el pasado, el hombre se encuentra otra vez como el mayor responsable de esta situación que vivimos hoy. Y si seguiremos así, deberíamos esperarnosal peor que podría traducirse por desastres catastróficos o extinción en masa de la mayor parte de especies vivientes o obtención de un nuevo planeta. Al final desfigurar la imagen de la naturaleza. Eso resulta por un comportamiento humano caracterizado esencialmente por una gran carencia de respeto de la naturaleza a través por una parte de una contaminación excesiva y agresiva del medio ambiente, y por otra parte de la sobreexplotación de los bosques naturales provocando así un adelgazamiento de la capa de ozono y una elevada concentración en la atmósfera de los gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono, el metano y el óxido de nitroso, etc. Pero si amamos realmente a la naturaleza y en consecuencia a la vida, el hombre debe modificar profundamente sus hábitos con respecto a la utilización de la energía o mejor dicho el despilfarro de la energía. Sin embargo, el hombre se encuentra, sin darse cuenta, metido en el atolladero de la tecnología moderna que le esfuerza a consumir más energía. Eso se confirma con los datos que traducen la gran diferencia acerca del consumo de la energía entre la población del mundo desarrollado y la del tercer mundo. Esta diferencia puede alcanzar un factor de veinte. Además, los datas nos enseñan que la tercera parte del carbono emitido en la atmósfera viene de los EE. UU, sólo; también, todo el continente africano no emite más que la vigésima parte de los EE. UU. La diferencia es muy grande y al mismo tiempo alarmante. Pero lo que llama más la atención es el hecho que los EE. UU., a través su presidente actual, rechazan firmar el protocolo de Kyoto, que estipula para todo el mundo la necesidad de reducir el carbono en la atmósfera, y garantizar así un desarrollo durable y sostenible. Eso no nos sorprendió cuando se ha visto la respuesta del presidente estadounidense a una pregunta de un periodista sobe el cambio climático. El presidente parecía perdido y al final preguntó ¿qué planeta se calienta y a quien afecta el calentamiento, al hombre o al planeta? Pienso que no se necesita comentario.
Sin embargo, se sabe muy bien que se pueden reducir estos efectos si aplicamos unas medidas y recomendaciones tal vez : racionalizar el consumo de la energía, diversificar los recursos de la energía a través de una promoción intensiva de las energías renovables, sensibilizar la gente en cuanto a la economía de la energía, intensificar la educación medioambiental, ser un “eco ciudadano”, combatir todas las causas del origen del calentamiento global, plantar árboles, respetar la verdura de la naturaleza, respetar la vida de todas las especies vivientes de la tierra, disociar la política de los aspectos medioambientales, etc. Pienso que debemos esforzarnos en aplicar unas de estas medidas si sabemos que sin hacer algo tendría para el fin del siglo actual impactos irreversibles como un aumento global de
Abdelatif C1
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